jueves, 26 de mayo de 2016

T0 PIII C3 CAYENDO EN EL CAOS DE LAS FORMAS

3

CAYENDO EN EL CAOS DE LAS FORMAS

"Pero ahora, me fui abajo y llegué al caos. Y [con] que se encuentran en este lugar, mientras yo estaba escondida en ellos, [les] daba poder. [Y] a su imagen dado que [tienen]... Yo hable a los Arcontes y autoridades. En efecto, he descendido a las profundidades de su lengua y dije mis misterios a los que son míos, un misterio oculto, (y) las cadenas y el olvido eterno fueron destruidos. Y yo les he dado fruto, es decir, la memoria inmutable de los Eones y (la de) mi casa... "
NH XIII, 1 Primer Pensamiento de la Triple Forma 40,29 -40,33/ 41,24 -41,31

"El misterio de lo Inefable, saber por qué se hizo la gravedad y por qué se hizo la misericordia; ella sabe por qué se han hecho los reptiles y por qué deben ser destruidos, ella sabe por qué fueron creados los animales y por qué debe ser destruidos..." "
Extracto del Codex de Londres - Pistis Sophia

Gírkù-Tila Nuréa / Min-ME-Es

Marcharon a lo largo del borde del río en la oscuridad y bajo el reflejo brillante de los restos fragmentados de la antigua luna. El grupo se enfrentó a los insectos chupadores de sangre que atacaban sistemáticamente a los ojos y los oídos.  En las aguas profundas también se encontraban nuevos depredadores ocultos bajo las olas. Los sentidos en alerta, no dejaban de buscar las sinuosas colas que con fuerza generaban fuertes olas y remolinos.  Otras veces, en estas aguas oscuras, llenas de vida, surgían ojos que resaltaban plantados sobre cabezas triangulares con dientes afilados y lenguas bífidas.
Después de una navegación de casi dos Danna (4 horas), la balsa llegó a una enorme laguna bordeada de arena fina. Finalmente arribaron y se deslizaron en silencio entre las dunas donde pudieron observar el fascinante espectáculo de ballet incesante de naves que circulaban en el firmamento.  Un Diranna (puerta estelar) se encontraba a cierta distancia en el cielo.  Concentraba el tráfico de los grandes transportes aéreos que cruzaban el silencio.  Además, hacia el horizonte, había una especie de plataforma alrededor de la cual se arremolinaban dispositivos voladores, que se posaban y se elevaban de sus plataformas, mientras que generaban espesas nubes de polvo.  El opaco y pesado humo, constantemente saliendo por el escape de los motores, creaba un gran arco sombrío sobre y alrededor del sitio.
Las naves más impresionantes se movían en silencio, mientras que otras, más pequeñas, causaban explosiones sordas y violentas.  La madre explicó a sus niños que el fenómeno de cruzar la barrera del sonido era lo que causaba estos ruidos fuertes comparables a los truenos.  Uno de los Abgal luego preguntó por qué las naves grandes no producían esos sonidos de tormenta. Ella le respondió que se desplazaban distorsionando el campo gravitatorio y gracias a eso, no sufrían la inercia. Las más pequeñas, a su vez, utilizaban un propulsor mecánico y soportaban una tremenda presión mientras que se movían más allá de un cierto umbral en el aire.  Los Abgal entendieron que las grandes naves distorsionan el campo gravitatorio creado aceleraciones y deceleraciones fulgurantes sin afectar al equipo o a sus ocupantes.  Estos dispositivos también podían hacer virajes en ángulo recto sin ningún tipo de ralentización.   "Las naves de nuestros antepasados ​​se movían de esa manera", añadió Barbélu.
- ¿Son naves Kingalam? - preguntó su hermano Mus'sagtar.
- No, - respondió la madre - no parecen las de su tipo. No conozco este tipo de embarcaciones.
La hermana Emesir señaló que la familia Gina'abul debería disponer de este tipo de dispositivos.  Su Madre replicó:
- Nosotros ya tenemos uno y tenemos que encontrar una manera de hacerlo funcionar.  Nuestra vida depende de ello.
Emesir sugirió al grupo que su hermano Ía'aldabaut probablemente podría hacer que funcione, "¿Él tiene sangre Kingalam, tal vez tiene una memoria genética que le permita encontrar una manera de hacer que funcione?" Al no disponer de un Kingalam caritativo, una perspectiva ilusoria, la acotación de la hembra Gina'abul no era menos relevante.
La madre estaba dividida entre la alegría de descubrir una vida como la que había conocido, incluso existido en Dubkù y la amenaza que emanaba de ella. ¿Eran descendientes de los Forjadores de Vida o razas extranjeras procedentes de las minas de la Casa-Madre?  En ese momento, uno de los Abgal descubrió varias huellas enormes en la arena mojada.  La Madre se dio cuenta de que no pertenecían a los reptiles del proyecto Numun, sino a los guardianes Uru, montados en el pasado por los antepasados ​​Musidim. Varios especímenes parecían haber sobrevivido aquí en Dubkù (la Tierra)...
Tenía que comprobarlo ella misma.  Una vez más, Barbélu tuvo que tomar la dolorosa decisión de confiar el cuidado de sus hermanos a su hijo Mus'sagtar.  No podía correr el riesgo de ingresar en lugares desconocidos y exponerlos a peligros de alto riesgo.  Dirigió a sus hijos a la orilla de la laguna y les pidió que volvieran al bosque a buscar refugio.  Antes de despedirse, ella insistió en las recomendaciones de prudencia, principalmente la de no buscar alimentos al descubierto.  Deberían conformarse con juntar larvas y plantas.  De sus reglas de conducta dependía su seguridad.  Si se encontraran con un Uru gigante, sin embargo, no debían huir, debido a que estos seres fueron creados en el pasado para mantener el orden y la paz.
Emesir le quería hablar de su visión, pero su madre, preocupada por el plan que quería llevar a cabo, no prestó atención a la solicitud de su hija.  Con el corazón pesado, dejó a los Gina'abul prometiéndoles volver rápidamente.
La Matriarca dio un salto y desapareció detrás de una duna.  Debía llegar al edificio antes del comienzo del día.  Como esta estrategia resultó efectiva en el bosque contra el Kingalam, planeó bajar la temperatura del cuerpo para frustrar a los sensores probablemente ocultos para proteger el sitio.  A pesar de los pensamientos confusos que se deslizaban en ella como un hechizo, efectuó fácilmente su progresión nocturna al primer intento.  Por encima de ella, en filas apretadas, naves iluminadas desfilaban ininterrumpidamente en el cielo.  La Madre se aproximó al enorme edificio de metal que exhalaba un ambiente caótico.  Puntuado por ruidos metálicos sordos, el ruido infernal de las máquinas escapaba de las entrañas del edificio.
El edificio oxidado y su entorno estaban inundados de luz.  La madre debía permanecer vigilante.  Se deslizó en silencio entre las placas de una pared de metal que conducían a una enorme sala donde inmensas naves despegaban del suelo en silencio.  Ella penetró. Para limitar el riesgo de ser descubierta, esperó toda esta agitación terminase. La espera fue larga.  Naves emergían de forma continua desde las profundidades de la tierra para subir a lo largo de las plataformas de despegue.  Cuando la cadencia acompañada por remolinos de aire y polvo se ralentizó, el corazón de la madre saltó al ver las grandes manchas que se movían como moscas a lo largo de las paredes.  Eran seres vivos.  Las criaturas se gritaban como si un serio peligro las amenazara. Extendiendo sus alas, estas se abalanzaron con determinación hacia Barbélu.  "¡Son Usum (dragones)!"  Se lamentó.  Sus gritos llenaron el edificio y llenaron sus pensamientos.  Debía salir de allí, no quedarse en ese lugar, su vida dependía de ello.  La Madre movilizó todos sus sentidos.  Rápida como un rayo, ella rodó por el suelo para refugiarse en una de las plataformas.  Cuando se enderezó, uno de los dragones estaba frente a ella.  De color rojo oscuro, su fea cabeza estaba adornada con cuernos grandes y formidables.  Detrás de él aparecieron otros especímenes que poseían ninguna.  El adversario se acercaba, su nariz comenzó a oler fuertemente.  Aturdida, la Madre no pensaba encontrar aquí este tipo de criatura.  Había cometido el error de volver a subir su temperatura interior y las cavidades sensoriales de su depredador detectaron el calor de su cuerpo.  Bajo la influencia de la ira, la sangre del dragón fluyó por su largo cuello huesudo generando un brillo era de color rojo impresionante. Esta criatura no era parte de la familia de los Husmus (reptiles silvestres), ni siquiera Musidim; parecía venir de otro lugar.  Barbélu, horrorizada, se alejó lentamente, como si estuviera hipnotizada por la expresión siniestra del dragón.  En un rugido furioso, el dragón rojo cargó, con las mandíbulas abiertas, revelando un ejército de dientes afilados como dagas.  La Madre esquivó justo a tiempo las garras mortales dirigidas hacia su pecho.  Desequilibrado por su impulso, la repulsiva criatura cayó ligeramente a sus pies, listo para retomar.  La Matriarca no tuvo tiempo para reflexionar y lanzó su grito Ugmu, lleno de ira y desesperación: la criatura siniestra se derrumbó al instante.  Ella aprovechó el estupor de sus agresores para escapar en la dirección de un túnel a medio iluminar por largas bandas luminosas dispuestas en el suelo.  Oyó a los dragones distantes seguirle el paso, sus gorgoteos y el crepitar de sus alas se aproximaban peligrosamente.  La Madre se desplazaba al límite de sus posibilidades.  El túnel llevaba a un vasto espacio de forma circular donde descubrió una sala de nacimientos llena de huevos enormes, una Inkubara (nicho de incubación) como no había visto nunca.  Barbélu penetró titubeando, tratando de entender el significado de este lugar.  Un aire frío salía del techo; el aliento de luz sutilmente se extendía sobre el suelo de tierra ocre.  Esta estructura sofisticada probablemente permitía oxigenar los embriones en este entorno artificial.
Los dragones acudieron con fuerza justo detrás de ella. La Madre se sentía atrapada, obviamente no había otra salida a la vista.  Los dragones se reagruparon en frente de ella. Barbélu podía ver en sus expresiones el deleite con la que escudriñaron a su presa atrapada, sin posibilidad de escapar. Trataron de lacerar sus piernas.  Ella comprendió que estaban tratando de hacerle daño para hacerla sangrar hasta la muerte y esperar su agonía.  Dio un paso hacia atrás con cautela.
- Si se acercan más, los destruyo. - dijo señalando hacia los huevos.


¿Comprendieron sus palabras? ¿Hablaban su idioma? No hubo respuesta de sus bocas.  No era posible determinar si estos dragones humanoides poseían la comprensión de los Musidim o si pertenecían a una rama de Husmus (reptiles silvestres) del proyecto Numun. Su fisonomía arcaica creaba dudas.  Sin embargo, los temibles dragones detuvieron su avance amenazante, lo que sugirió que la amenaza dio sus frutos.
Al mismo tiempo, una voz se elevó a lo lejos. Su timbre sonó en todo el Inkubara.  "No es posible, ¡esto no es cierto!"  Un agudo silbido muy desagradable obligó a los dragones a alejarse para hacer espacio a una silueta cubierta de verde.
- ¿Tu?!  ¡Yo te maté!  ¿Cómo estás todavía aquí?
En ese momento, la silueta comenzó a correr, cortando el aire con un objeto brillante y gritando en dirección a Barbélu. ¡La sorpresa fue completa cuando se reveló la apariencia de una Matriarca Oscura! La desconocida rugió de ira.  Ella blandió una espada de cristal que producía un sonido aterrador cuyos clamores se parecían a un canto rabioso.  Al observar esta arma Barbélu tuvo la extraña sensación de reconocer este tipo de objeto.  ¿De donde podría venir esta impresión?  ¿De uno de sus sueños?  El brillante resplandor caería sobre la Madre-Matriz que esquivó el tiro por poco realizando un salto hacia atrás.  Cuando se cayó, varios huevos se rompieron en pedazos bajo el efecto de su peso.
- ¡Ten cuidado!  - exclamó el extraña Matriarca, - destruyes mi trabajo.
Cuando trató de atacar de nuevo con su curiosa espada, Barbélu interpeló:
- ¿Quién eres tú?  ¿Qué quieres de mí?  ¡Yo no te conozco! ¡Una Matriarca Oscuro no puede golpear a una de sus hermanas!
- Yo no soy una Matriarca, soy una Reverenda Agarin!  Me vuelves loca al tener que repetirlo constantemente.
En ese momento, la Agarin extendió el brazo con una velocidad inusual.  La espada pasó por encima de la cabeza de Barbélu que resolvió tomar acciones contra su oponente y su propio miedo.  La desconocida ejecutó los carretes de su arma afilada antes de cargar de nuevo.  La Madre se dio la vuelta y realizo un salto espectacular para aterrizar a un centenar de yardas entre dos huevos que logró evitar por poco.  La Agarin arrojó su arma con la velocidad de un rayo; el objeto dando vueltas silbó dolorosamente antes de tocar el hombro de Barbélu y volver a su dueña. La herida superficial de Barbélu ya estaba empezando a cerrarse. La Madre la miró, exasperada.  Ya sin paciencia, reunió toda su concentración para propulsar a sus rivales gracias al Niama. La desconocida fue echada hacia atrás sobre sus dragones olorosos.  Las dos adversarias estaban ahora separadas por una distancia de no más de doscientos pies.  Recuperando el ánimo, la Agarin comenzó a gritar palabras extrañas. Una tormenta surgió en el Inkubara, forzando a Barbélu a responder de manera similar.  Los encantamientos se mezclaron junto a los gritos estridentes.  Una tormenta arreciaba.  Las dos adversarias coincidían con la maestría de su fuerza de vida.  El aire empezó a girar más violentamente obligando a los dragones a evacuar. La Agarin se preocupó por sus frágiles brotes, los huevos se levantaban y se sacudían peligrosamente.
- Por Nuréa! Detente. - dijo con miedo.  Esta vez, tú ganas, yo me inclino. No te hare daño, pero no destruyas mis huevos.  Bájalos suavemente, te lo suplico.
Barbélu se calmó.  La tormenta amainó gradualmente y el torbellino terminó depositando los huevos con cuidado, algunos terminaron rodando por el suelo.  La Agarin se acercó tímidamente.
- Es incomprensible, - dijo ella.
- Tú nunca habías vuelto aquí antes.
- ¿De qué estás hablando? - respondió Barbélu. - ¿Esto es un juego?  ¿Quién eres tú?
La desconocida se enfrentó a ella y bajó rápidamente la cabeza para presentarse. Una cortinilla de flecos, de color verdoso, recubría su cuerpo para formar un vestido corto, apretado, atada debajo del busto. Una fina capa de arena ocre cubría el rostro idéntico al de Matriarcas Oscuras.  Suavizando sus gestos, ella respondió con calma:
- Yo soy Suhia, tú debes haber oído hablar de mí en tu vieja realidad con frecuencia.
La Madre se estremeció, su rostro se oscureció.  El mal sueño se convirtió rápidamente en una pesadilla.
- Yo soy Barbélu, erudita del Palacio de Jade del planeta Kastu.
- Nunca me habías revelado tu nombre hasta ahora, aunque también es verdad que nunca te había dado el tiempo.
- Es imposible, - respondió Barbélu totalmente decepcionada.  Imposible...
- Cuando se  frecuenta las Diranna y particularmente la Sombra Ga'anzir, nada es imposible.
- ¿Cómo puedes afirmar eso?
- Tú eres por lo tanto una Matriarca.  Tú sabes que nuestras habilidades naturales nos permiten ver más allá de las apariencias.  Cada ser tiene su propia resonancia.  La tuya es como la mío, con independencia del cuerpo físico. No puedo estar equivocada.  Tenemos muchas cosas que decirnos.  Ven, sígueme, el tiempo es corto.
Todo el cuerpo de Barbélu se estremeció al ritmo de los latidos precipitados de su corazón. Ellas tomaron la dirección de la salida.  La Madre observó en silencio a los dragones que con ojos amenazantes la miraban disimuladamente.  Ella trató de recomponer su mente luchando contra estos nuevos muros infranqueables erigidos en su cabeza.  Suhia encarnaba de alguna manera a su madre ya que era responsable del mundo de las Matriarcas Oscuras.  La Madre trató de relajarse para obligarse a dejar de pensar...
Suhia impuso un ritmo rápido.  Las dos Musidim tomaron un ascensor de metal oxidado que las llevó rápidamente hacia las galerías subterráneas.  Estando allí, varias habitaciones vacías de diferentes dimensiones hicieron que Barbélu se perdiera en conjeturas.  Los pasillos y apartamentos se extendían en todos los sentidos de la vista subterránea.  A parte de los dragones que paseaban tranquilamente, el lugar parecía bastante deshabitado.
- ¿Tú vives aquí? - le preguntó Barbélu.
- Vengo tan a menudo como sea posible por razones que vas a entender, pero vivo en todas partes.
Ellas entraron en una gran sala, donde diversos frutos se extendían sobre una gran mesa de madera con incrustaciones exóticas en cristales.  Suhia la invitó a comer, pero Barbélu no tocaría la comida.  Imaginarse aprovechando la oportunidad para atiborrarse con comida mientras que en ese mismo momento, sus hijos se encontraban abandonados a sí mismos, le resultaba literalmente insoportable.  Con un golpe de manos, Suhia pidió a uno de sus criados traerle ropa de su armario, luego le pidió que se sentara en un amplio banco de hierro forjado decorado con cortinas brillantes y cojines.
- Te ruego que no te ofendas, ¿me recuerdas tu nombre?
- Barbélu.
- No te ofendas Barbélu, tu desnudez no me molesta, aunque creo que sería agradable para ti vestirte. También te lo digo sin sentido de ofensa.
- Quedé así luego de llegar a aquí.   Mi traje se hizo jirones.
- Sí, siempre llegas así.
- ¿Cuantas veces?
- Esta es la tercera vez...
- Es impensable. - suspiro Barbélu.
- Y sin embargo, cierto.
- Entonces, ¿por qué me ahorras el tiempo?
- Una cosa sin precedentes pasó por primera vez.
- ¿Cuál?
- Fuiste tú quien me encontró.  Desde tu segunda aparición bajo tu forma como erudita de Kastu, tuve la sensación de que esto no se ajustaba al continuo espacio-tiempo. Hasta ahora, mis Usum (dragones) rojos te han encontrado consistentemente en el bosque... Ah, ahí está tu ropa. Te quedara perfectamente ya que somos idénticas.
El sirviente no tenía la misma pigmentación que los dragones.  Su rostro tenía un aspecto mucho mejor, al menos, mucho más amigable.  Mientras que desplegaba la túnica amarilla que le presentaba, la madre pidió a los individuos que la rodeaban que se acercaran.
- Son mis hijos - dijo ella, casi avergonzada.
- ¿Quieres decir que eres la madre biológica o genética?
- Les di la vida, he puesto sus huevos.  Ellos se multiplican hoy a través de la genética.
- Tus sirvientes poseen la piel similar a la nuestra, lo entiendo, pero los Usum (dragones), esto no es posible, no puedes haberlos producido por ti misma.  Tiene que haber una explicación.
Barbélu se puso la túnica en la parte superior, luego se levantó y se quedó mirando a Suhia.
- A menos que hubiera una mezcla con otro donante.
- Cállate, susurró secamente Suhia mirando con ansiedad la puerta.  Nadie lo debe saber, ellos no conocen su origen.  ¡No hace falta que me mires con aires de reproche, como lo has hecho las veces anteriores!  Además, ¿alguna vez mezclaste tus genes?  ¿Alguna vez ha producido un ser con un gen Kingalam?
La Madre se llevó un susto.
- Sí, lo hice.  Pero ¿cómo lo puedes saber?
- ¡Tu olor no es lo mismo!  Hueles a Kingalam.  ¿Dónde está tu descendencia? -  Suhia preguntó preocupada.
- Lejos en las montañas, en la desembocadura del gran río.  Yo lo dejé allí hace algunas Danna (horas).
- ¡Hay que eliminarlo de inmediato!  Estará en todas nuestras vidas.  Abre tu mente para que podamos localizarlo.
Barbélu retrocedió cautelosamente.
- No te preocupes, yo no te hare ningún daño, te lo he prometido.  Mi palabra es igual a la tuya.  
- No es eso.  ¿Qué vas a hacer con él?
- Lo debemos exterminar, créeme.   En mis diversos viajes realizados por el Valle de la Tempestad y La Sombra Ga'anzir me dieron la oportunidad de ir más allá del presente. He visto sus proyectos.  Todos vamos a ser futuros objetos para él; sus creaciones nos esclavizaran sin excepción.
En ese momento, la Madre liberó su mente y se concentró en el lugar de nacimiento donde dejó a Ía'aldabaut y el cruce del río que lleva a su anfitrión. Suhia captó las imágenes y mentalmente llamó a uno de sus dragones rojos.  Cuando llegó, le hizo reverencia y se presentó delante de ella.  Después de un par de Udtar (segundos), expresó en voz alta un simple: "Muy buen ama" antes de desaparecer.
- ¿Ellos hablan?, - le preguntó Barbélu.
- Claro que sí.  No son Adám (animales) [[1]]. Ellos poseen una gran inteligencia y son grandes guerreros.
- ¿Qué nombre les has dado?
- Kingú [[2]]. Los que gobiernan sobre las regiones.  Tus otros hijos, que has dejado a orillas de la laguna, también se me aparecieron.  Di la orden de traerlos aquí. Estarán a salvo con nosotros.
- Dudo que los encuentren, saben cómo ocultarse en el bosque. - respondió con orgullo Barbélu.  Debo traerlos de vuelta rápida.
- Tenemos muchas cosas que hacer juntas, los míos los encontraran.  Dudo que tus hijos ya sepan bajar la temperatura de sus cuerpos.  Los encontraremos fácilmente.  No te alarmes, no les harán daño.  Un destino fructífero les espera.
- Que no se les hará daño, ¿tengo tu palabra?
- Por supuesto, ¡no somos salvajes!
Barbélu se dio la vuelta por un momento y se resignó a regañadientes. Su deseo de conocer los secretos de la legendaria piloto de los Musidim tenía prioridad sobre sus ansiedades.
- Bueno, entonces me debes la verdad.  ¿Qué te ocurrió, qué pasó contigo?  En la época que vengo, no sabíamos nada acerca de tus intenciones y asignaciones.  Las opiniones estaban muy divididos sobre ti. ¿Por qué pusiste en marcha el proyecto NUMUN?  ¿Por qué has engendrado a las Matriarcas Oscuras y luego las abandonaste?
En ese momento, un Kingu verde se puso delante de Suhia para servirle una bebida extraña. "Es hora, madre", dijo solemnemente.  La antigua Agarin de la Sombra tragó la mezcla de una sola vez y apoyó la copa de cristal puro con una mano temblorosa.
- ¿Todo va bien?, - le preguntó Barbélu.
- Todo está bien, está bien...  Ni siquiera sé por dónde empezar... Todo eso es tan lejano para mí también.  Mis intenciones son honestas, siempre lo han sido. Tengo la sensación de haber creado, a pesar de mí misma, un trastorno en el continuo espacio-tiempo, además de los ya existentes. Como bien intuyes, la misión Zianna en la que yo participaba salió mal.  Aterrizamos aquí en Dubkù, pero en un Dubkù lejos en el futuro.  Sé que nuestro Dubkù será nombrado Uras (Tierra), por otros engendros, en un futuro más lejano y que será presa de locos envidiosos. Para responder a tu pregunta, debo recordarte que las Diranna pertenecientes a la Sombra Ga'anzir [[3]] son inestables, cruzarlas sigue siendo muy peligroso. Este lugar del universo, nacido de nuestra locura, no podía estabilizarse. Tras el estallido de los primeros soles, deberíamos haber dejado este lugar en paz y llegar a conocer Kingalam.  En lugar de ello, nuestro miedo aumentó y nuestros antepasados ​​crearon grietas irreversibles.  Los Kingalam no son los que tú piensas.  Por lo general son pacíficos.
- Yo lo sospechaba. - arrojó Barbélu.  Traté de hablar con las diversas autoridades, pero nadie me escuchó.  Debí haber insistido.
- No habría cambiado nada; los Musidim son demasiados orgullosos para aceptar el error.  Se presentan como Forjadores de Vida, pero yo afirmo, a través de mis reflexiones personales y múltiples incursiones en el tiempo, ¡que se sirven de la vida!  Retomare el curso de mi historia.  La Misión Zianna se extravió en el espacio-tiempo lo que dio lugar a un salto hacia el futuro de millones de Muanna como el tuyo hoy en día.  Pero aún más.  A nuestra llegada, Mulmus presentaba un aspecto muy diferente al que conocíamos: un proyecto de vida se desarrolló y gigantescos Husmus (reptiles silvestres) colonizaron todas las tierras emergentes.  Nosotros fuimos cazados como Adám (animales) por depredadores mucho más peligrosos que los Husmus: seres de piel blanca como los Kingalam. Se llaman Kingu Babbar (blanco), la cepa Real de los Gina'abul.
- Gina'abul es el nombre que he dado a mis hijos. - cortó Barbélu.
- Sí, lo sé.  En este futuro, los tuyos serán dominados por los Kingú Babbar.  Estos últimos adoptarán el nombre Kingu cuando tomen el control de mis hijos, los Kingu verdes y rojos.  El linaje de los Kingu Babbar se derivará de tu procreación que llamaste Ía'aldabaut.
- Yo no te di su nombre, ni siquiera lo he mencionado una vez en mi cabeza desde que nos encontramos. ¿Cómo lo has?...
- Comprendes por qué tenemos que eliminar a Ía'aldabaut rápidamente. - la interrumpió Suhia. En las dos ocasiones anteriores que te encontramos, intentabas dar a luz a Ía'aldabaut; supongo que el nacimiento de los Gina'abul intervendría más tarde. Nos las arreglamos para interceptarte y eliminarte junto con Ía'aldabaut. Ahora sabes por qué.  Esta vez, el proceso no parece el mismo por una razón que se me escapa por completo.  No hemos sido capaces de encontrarte con la rapidez suficiente, y has tenido tiempo para dar vida a tus Gina'abul.  ¡Es de creer que la historia que he visto en el futuro no se puede cambiar!
- ¿Te has topado con tu pareja durante los viajes en el tiempo?
- No, y creo saber por qué, voy a explicártelo cuando llegue el momento. Los miembros de la Misión Zianna se mataron entre sí.  Este imprevisto sembró la discordia entre nosotros y no estábamos de acuerdo sobre el camino que debíamos tomar ante esta adversidad.  He vivido el terrible momento en que todos nuestros valores se esfumaron para cumplir el deseo último, el de dominar a los demás.  En resumen, la sed de poder asoló nuestras filas.  Los últimos supervivientes de mi misión fueron perseguidos y asesinados por los Kingu Babbar.  Estos utilizan armas formidables difíciles de describir; escondidas en sus manos.  Tan pronto como disparan contra un ser vivo, este se desploma, derribado por un ataque al corazón. Me las arreglé para escapar momentáneamente.  Una oleada de Kingu me persiguió por el inmenso bosque como una nube negra, empujada por fuertes vientos.  Mi fuerza residía en mi experiencia sobre supervivencia en ambientes hostiles.  Me las arreglé para bajar la temperatura de mi cuerpo.  Salté de árbol en árbol, sin embargo, la fatiga me hizo tropezar muchas veces.   Inevitablemente, acabé cayendo.  Cuando volví en mí, mis piernas me dolían, mi pierna derecha estaba rota.  Los Kingalam estaban a mí alrededor; fueron ellos los que se hicieron cargo de mí.  Estábamos tan condicionados por la malevolencia de los Kingalam que quede totalmente paralizada por el miedo.  Me puse naturalmente a la defensiva.  Ellos se comunicaron de inmediato.
- Yo también lo sentí así, - añadió Barbélu - a pesar de su agresión contra nosotros, sin duda exacerbada por su incapacidad para comunicarse.
- Sí, eso es un problema para ellos.  Ellos usan una especie de máscara para cambiar su dialecto y que sea comprensible para nuestros oídos.  He vivido unas semanas con ellos, el tiempo necesario para reponerme.  Hemos sido capaces de comunicarnos largamente.  Después de mi estancia en una de sus naves nodrizas, me proporcionaron una máquina voladora para volver a Mulmus indicándome cómo encontrar mi tiempo usando sus instrumentos.  Sin embargo, a mi regreso, mi viaje de unos Iti (meses) se habían convertido en 40.000 Muanna (años) de Hui (Marte) para nuestros semejantes.
- ¿Tu viviste con los Kingalam y te proporcionaron una de sus naves? Eso es poco probable - exclamó Barbélu. ¿Cómo lograste pasar a través de las pruebas de los Musidim?  Tu incapacidad para pilotear esta nave extraña fue ampliamente demostrada.
Suhia quedó pensativa un momento.
- Los Kingalam me dieron para tomar unas pastillas justo antes de mi regreso a la Casa-Madre. Estas pastillas me hicieron perder la memoria durante varios meses (Iti), el tiempo suficiente para pasar los diferentes controles Musidim y restaurar la confianza de mis semejantes.  El recuerdo volvió a mí lentamente, y con él, pude controlar el dispositivo Kingalam y tome dirección hacia el futuro.
- Entonces, ¿por qué tantos enigmas?, no me estás diciendo todo. - protestó Barbélu.
- Es eso verdad.  A mi regreso, me di cuenta de lo mucho que estaba involucrada en el destino de nuestro sistema solar y en particularmente en el de Dubkù (Tierra).  Es por eso que he "imaginado" el proyecto NUMUN. Los Kingalam me revelaron que yo era la diseñadora.  También me dieron a conocer que yo crearía a las Matriarcas, que proporcionarían un mejor equilibrio frente a la realeza de la Casa-Madre.  Mi destino era traer vida al mundo del caos con el fin de que todas estas formas de vida capten mi energía para instalar una nueva ilusión que renueve la deficiencia anterior.  Así que he cumplido mi destino lanzando el proyecto NUMUN y dando a luz a las Matriarcas Oscuras.  Entonces, ya nada me ataba a ese "pasado" con el cual ya no sentía ninguna afinidad.  Fue entonces cuando decidí comenzar esta "realidad".
- Confiaste ciegamente en los Kingalam? - preguntó Barbélu. ¿No te has preguntado alguna vez si no te habían manipulado?
- Sabes, su participación en nuestra historia es más compleja de lo que piensas y voy a revelarte su secreto.  Los Kingalam son los Musidim provenientes del futuro.  Son los descendientes de nuestros pilotos desaparecidos entre el Valle de las Tormentas y la zona susceptible de Sipazianna (Orión).  Sus viajes a través de las distorsiones temporales irradiadas por la Sombra Ga'anzir deterioraron seriamente su fisonomía infligiéndoles mutaciones irreversibles. Por desgracia, no respiran como nosotros, no hablan nuestro idioma; deben utilizar dispositivos para evitar la asfixia y traducir su dialecto, el cual también ha mutado. Ellos querían advertirnos sobre el uso de estos pasajes. Ante la imposibilidad de acercarse a nosotros y de cambiar pacíficamente el pasado, se volvieron más agresivos con la intención de ser escuchados. Ellos encontraron un aliado en mí.  Me hablaron de la futura madre del hijo del caos. Se acordó que yo te eliminaría si te presentabas ante mí...
Abrumada por esta novela vertiginosa, Barbélu tuvo que sentarse un momento. La vida se le apareció como un caos sin límites donde la esperanza de conectar a la Fuente de todas las cosas se revelaba en última instancia imposible.  Los Musidim habían creado una vida en la vida, un momento en el tiempo, una ilusión fuera de las leyes universales generalmente aceptadas por sus propias doctrinas.  Habían ideado una trampa diabólica en la cual encarnaban tanto los escritores como los principales actores en un drama construido en varios actos.  Pistés, Suhia y Barbélu parecían personificar a las principales actrices del acto central limitado en una porción de Sueños.  ¿Era necesario ahora a despertar, pero tenían ellas la capacidad, la voluntad o incluso el poder?
- ¿Qué podemos hacer en nuestro nivel?, cuestionó Barbélu totalmente abatida.
Por mi parte, ¡hace mucho tiempo que improviso!  Los huevos que tú has descubierto y para los cuales he aportado una atención especial pertenecen a Husmus (reptiles salvajes).  Yo acelero su crecimiento aquí y serán transportados por aire para llegar a la mayor cantidad de regiones posibles.  Esta diseminación organizada y acelerada intenta preservar las futuras especies agresivas que los Kingu producirán y esparcirán sobre Dubkù (Tierra).  Mis Husmus son mayormente herbívoros, de tipo mamíferos, generalmente pacíficos.  Yo vi las especies carnívoras de los Kingu; estas poseen dientes afilados para desgarrar la carne, no para romper plantas o masticar insectos.  Están equipados con garras afiladas y placas óseas en la espalda de gran alcance, a menudo exageradas.  Forman una amplia línea de depredadores listos para dominar Dubkù y devorar a los placidos Husmus.
- ¿No hay manera de cambiar esto si tus dragones rojos interceptan a Ía'aldabaut?
- No soy optimista.  Todo lo que pude ver, o incluso escuchar de la boca de los Kingalam nos lleva de vuelta a este instante, el que tú y yo vivimos en este momento.
- ¿Es que no hay manera de cambiar este terrible futuro cambiando el pasado?
- No podemos pretender remontar el tiempo para cambiar el destino de los Forjadores de Vida y de sus descendientes, como los Kingalam no lo hacen.  Yo misma me encontré con un muro infranqueable: cada vez que me atrevo a cambiar algo, como eliminarte por ejemplo, las formas deI caos entran en escena para reequilibrar el vacío que intento crear. Nuestra acción es muy limitada.
- En la Escuela de Conocimiento, se lo llama "la simetría de inversión del tiempo" - dijo Barbélu. Este fenómeno se explica por el hecho de que los acontecimientos van de un punto a otro y es posible realizar el seguimiento en una dirección como en la otra desplegando el continuo espacio-tiempo.
- Siguiendo esa lógica, sé que nos será posible rastrear la cadena de causas que dispersan la luz en la manifestación.
- ¿Qué quieres decir?
- Existe un fenómeno clave que interfiere con nuestro pasado y por lo tanto con el futuro. Bloquea toda la luz en la Casa Madre y parece alimentar a tus hijos de caos.  Mientras no se corrija este error, los Kingú-Babbar, la descendencia de Ía'aldabaut, intentaran copiar las estructuras abisales de un mundo invertido, llamado el caos de las formas, en vez de construir un mundo de luz.
- Sé más precisa, te lo ruego.- le pidió Barbélu.
- Yo sé dónde se encuentra el Rey Éa'am y su máquina Zida.
- ¿Nuestro Rey Éa'am? - gritó la antigua erudita del Palacio de Jade.  ¿Dónde se encuentra?  ¿Esta con su esposa Pistés?  ¿Los ha visto?
Barbélu recordaba perfectamente su entrevista con las Matriarcas Oscuras y su fe en su origen real. ¿Por qué habría desaparecido la antigua reina? ¿Por qué encarnó ella en un modesta sirviente de su estela? La Madre se puso nerviosa y su excitación creó un malestar sobre Suhia.
- No sé dónde se encuentra la Reina Pistés. Todo el mundo recuerda que los soberanos se separaron en algún momento y que viajaban solos, sin duda en busca de reunirse.  Mis Kingu rojos encontraron la huella del rey Éa'am en la región de Temenlum [[4]], donde nuestros gobernantes partieron en su máquina hace ya mucho tiempo.
- ¿Su huella?  ¿Quieres decir que ya no está allí?
- Te llevaré allí, podrás verla por ti mismo. La cúpula de mortero, cubierta con tierra, no fue suficiente para proteger el sitio; está devastado hoy día.  Haremos el viaje juntas.
En ese momento, los niños de Barbélu aparecieron, flanqueado por los dragones de Suhia.  Tal, la mascota, no los acompañaba, había huido hacia la selva ante la vista de los terribles humanoides.  La Madre vibró al ritmo precipitado de su corazón, ella abrió los brazos para recibir a los jóvenes Gina'Abul y tranquilizarlos. Suhia le propuso a Barbélu partir cuando el sol alcanzara el cenit; esto le daría tiempo para pasar unos momentos con sus hijos.  Barbélu deseaba que los jóvenes Gina'Abul pudieran descansar. Demasiado excitados por el reencuentro y el descubrimiento de tanto lujo en estas habitaciones subterráneas, no podían dormir.
En la habitación tapizada con alfombra sin ningún tipo de abertura exterior, Barbélu y sus niños se abandonaron totalmente a su felicidad, lejos de los peligros del gran bosque.  En esa mañana, cuando el aire caliente, generado artificialmente para incubar los huevos, ya empieza a penetrar en todos los compartimentos del monstruo de acero, la Madre se cuestionó. ¿Existirían aun los Musidim en la Casa-Madre o bien la especie se había extinto? Muchas preguntas quedaron sin respuesta.  Suhia ocultó cosas. Tendría que estar en guardia.  Ella tenía en cuenta que antes de este "presente" único en sus ojos, la antigua Agarin le había quitado la vida varias veces.



[1] [98]. A-DAM, literalmente   "Bestias", "animales", "ovejas" en sumerio. De esta palabra deriva ciertamente el Adam bíblico.
[2]  [99]. KIN-GÚ, literalmente "Ordenar la tierra" o "el orden regional" en sumerio. Encontramos esta palabra en la raíz de la palabra inglesa King (rey).
[3] [100]. Ahora que el lector ha entendido que el sistema planetario de los Musidim no es otro que nuestro sistema solar, se puede especificar lo siguiente: nuestro sistema solar pertenece al brazo galáctico de Orión, también llamado brazo local. La astrofísica moderna plantea la hipótesis de que nuestro sistema solar se habría producido por explosiones emitidas dentro de la nebulosa de Orión (la Sombra Ga'anzir). La fusión turbulenta de flujo de los materiales básicos extraídos de esta densa nube, estableció el nacimiento de nuevas estrellas, que se habrían extendido a lo largo del brazo galáctico para dar nacimiento a nuestro sistema solar. Esto quiere decir que seríamos procedentes, de alguna manera, de las explosiones de varios soles. Sabemos que los elementos expulsados ​​en tales fenómenos son calentados a millones de grados y generan poderosas emisiones de rayos X y firmas energéticas. Estas corrientes de flujo de luz o plasma se conectan entre sí por los mundos a través de las Diranna (puertas estelares) para crear caminos cósmicos que conectan unos astros con otros. La nebulosa de Orión (Sombra Ga'anzir) es una nube de plasma constantemente inestable que se calienta a millones de grados. Esta nebulosa está en resonancia con nuestro sistema solar, especialmente con Júpiter y su gran mancha (el Valle de las Tempestades) que sigue cambiando de tamaño con el tiempo.  Recuerde, se indica en una nota anterior .que Júpiter tiene prácticamente la misma revolución anual que el ciclo de manchas solares.  El ciclo de Júpiter es de 11,86 años terrestres contra un promedio de 11,2 años para el ciclo de actividad solar. Además, también sabemos que la posición y el ángulo de Júpiter (Dapinu para los Musidim) juegan un papel importante y determinan el ciclo de manchas solares. Todos estos elementos científicos dan un significado adicional a las palabras proporcionadas por Barbélu antes en la historia y ahora por Suhia.
[4] [101]. TE-ME-EN-LUM (TEMENLUM), lit. "Fundación de abundancia" en sumerio. Una región del actual Egipto, Dendera según mi interpretación.